Presentación del INFORME SOBRE DESARROLLO HUMANO 2004
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El pasado día 15 de julio fue presentado el
Informe sobre el Desarrollo Humano 2004 elaborado por el
Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en el que han colaborado, entre
otros, Nelson Mandela (ex presidente de Sudáfrica), Amartya Sen (Premio Nobel de
Economía 1988 y uno de los creadores del Informe sobre el Desarrollo Humano) y
Shirin Ebadi (Premio Nobel de la Paz 2003).
Anualmente, desde 1990, el PNUD encarga a un
equipo independiente de expertos la redacción del Informe sobre Desarrollo
Humano a fin de analizar temas de trascendencia mundial. Una red mundial de
asesores compuesta por profesionales en los ámbitos académico, gubernamental y
de la sociedad civil contribuyen con datos, ideas y buenas prácticas para
respaldar el análisis y las propuestas publicadas en el Informe.
El Índice de Desarrollo Humano (IDH) es un
indicador compuesto que mide los avances promedio de un país en función de tres
dimensiones básicas del desarrollo humano: la esperanza de vida; la educación,
medida por la tasa de alfabetización de adultos y la tasa bruta combinada de
matriculación en educación primaria, secundaria y terciaria; y el PIB per
cápita.
En la presente edición, el informe se centra en "La libertad cultural en el
mundo diverso de hoy", resaltándola como uno de los elementos esenciales del
desarrollo humano y como instrumento básico para el refuerzo de la democracia y
la estabilidad política.
Con el punto de mira centrado en los Objetivos de Desarrollo del Milenio son
analizados a lo largo del informe asuntos como los movimientos migratorios a
escala internacional, la diversidad cultural, lingüística, étnica y religiosa y
el diseño e implementación de políticas pluriculturales.
A este respecto, el Informe sobre Desarrollo
Humano 2004 aborda un amplio abanico de políticas públicas aplicadas en ámbitos
que van desde la educación bilingüe y los planes de discriminación positiva,
hasta sistemas innovadores de representación proporcional y federalismo.
Los autores sostienen que todo individuo tiene
derecho a mantener su identidad étnica, lingüística y religiosa. La aplicación
de políticas que reconozcan y protejan estas identidades es la única manera
sostenible de conseguir el desarrollo en sociedades multiculturales. Sostienen
que la globalización no puede tener éxito a menos que se protejan y respeten
además las libertades culturales y alientan a hacerse cargo y vencer la
resistencia a la diversidad cultural que se funda en posturas xenófobas.